Comenzaremos el concierto «Érase una vez….danzas de libertad» con el primero de los diez números de Egmont (Op. 84) de Ludwing van Beethoven. Un canto a la libertad inspirado por la obra que su amigo Wolfgang Goethe había escrito sobre la historia del Conde Egmont.
La leyenda negra de Felipe II fuente de inspiración literaria
En 1787 los poetas alemanes Schiller y Goethe se habían apoyado en la leyenda negra de Felipe II para crear dos obras maestras del romanticismo: Don Carlos y Egmont. Años más tarde, dos músicos, el alemán Beethoven y el italiano Verdi (Don Carlo, 1867) las pusieron en música.
El terrible error de Felipe II
Retrocedamos al siglo XVI. Cuando se extendió el calvinismo en los Países Bajos, bajo control de España, Felipe II decidió actuar con mano dura y envió al Duque de Alba a resolver el problema. En consecuencia, el Duque que estaba ganando la guerra, perdió la paz y, entre muchos otros, los Condes de Egmont y de Horn, dos nobles flamencos (belgas) leales a España pero partidarios de la tolerancia religiosa, fueron detenidos, juzgados y condenados a muerte. Felipe II era un soberano renacentista que, como su cuñada Isabel I de Inglaterra, situaba la razón de estado por encima de la justicia, y que en aquella ocasión cometió además un terrible error que alimentó la leyenda negra contra España.
El Duque de Alba lloró la muerte de su amigo Egmont
Lamoral de Egmont había luchado en la batalla de San Quintín junto a su amigo el Duque de Alba, que tuvo que asistir a las ejecuciones de Horn y Egmont, y no pudo contener el llanto; en una carta privada lamentaba la muerte de ambos, “a quienes tengo en gran estima, como mis hermanos, y a quienes tanto he amado…” Días después solicitó al Rey una pensión vitalicia para la viuda de Egmont.
Goethe inspiró a Beethoven
El tema, convertido por Goethe en un canto a la libertad de los pueblos y los individuos, se adaptaba al temperamento apasionado de Beethoven que, con una orquesta clásica y una técnica contenida, consiguió una gran tensión emocional. Tras el primer acorde, largo y dramático, las llamadas de la cuerda nos llevan al tema principal protagonizado por la madera, que representa al propio Egmont; se introduce después un segundo tema a cargo de la cuerda, hasta que la llamada del metal nos recuerda que la espada segará su cabeza. El triunfal desenlace proclama que los ideales sobreviven a la muerte.
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