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La Octava Sinfonía de Schubert

    Portrait of Franz Schubert (1797-1828), Austrian composer, aged 17 - Austrian School

    La sinfonía número 8 en si menor, conocida como La incompleta, de Franz Schubert es pura poesía, una de las cumbres del romanticismo.

    Schubert compuso sus dos movimientos, aunque nunca planeó que sólo fueran dos, Allegro moderato y Andante con moto en 1822 con tan solo 25 años.

    Desesperanza y consuelo

    El primer movimiento comienza con un aire misterioso, muy apropiado con los enigmas que rodean a esta sinfonía y plantea, según los expertos, una novedad, al mostrar en los primeros ocho compases tanto la introducción como el material temático.

    El Andante tiene bastante en común con el primer movimiento, con una melodía deliciosa y un uso genial de la orquesta, pero con un aire diferente: Mientras el Allegro sugiere desesperanza el Andante parece ofrecernos consuelo. En definitiva, la sinfonía funciona perfectamente como una obra acabada y redonda, si bien esa no fue la idea del autor.

    ¿Por qué Schubert dejó la obra sin terminar?

    Es un misterio irresuelto. Llegó a esbozar algo del Scherzo, pero lo abandonó y los estudiosos no han encontrado razones que lo expliquen. Podemos especular con que Schubert prefería comenzar algo nuevo y diferente si algo en lo que trabajaba no lo satisfacía o si se sentía motivado por nuevas ideas. De hecho, de muchas de sus canciones maestras existen de dos a cinco versiones.

    Autógrafo de la Octava Sinfonía (Inacabada) de Schubert

    Guardada en un cajón 40 años

    Esta maravilla nunca fue interpretada en vida del compositor y se conservó durante más de cuarenta años en casa de su amigo Anselm Hüttenbrenner. Finalmente, en 1865, se estrenó en Viena.

    Frank Schubert (1797-1828)

    Franz Peter Schubert nació en Viena en 1797 y murió en 1828, también en Viena, sin llegar a cumplir los 32 años.

    Siendo niño recibió lecciones de música de su padre y de su hermano Ignaz, a quien, a los pocos meses, le dijo que no necesitaba más lecciones de su parte y que seguiría solo, para desesperación de aquel, que no podía sino reconocer a un genio en su hermano pequeño.

    Trabajó mucho tiempo en la escuela de su padre lo que le permitía vivir sin lujos de ningún tipo, aunque era un trabajo que asumía a regañadientes.

    Abandonadas sus tareas de maestro, en 1818 trabajó como profesor de música para la familia Esterházy lo que le permitió dedicar mucho tiempo a la composición.

    Schubertiadas

    Desde 1820 forma parte de un círculo de artistas y estudiantes que se reúnen regularmente en las conocidas Schubertiadas, donde imaginamos que se bebería bastante y que no acabaron muy bien, pues él y sus amigos fueron arrestados por la policía (la todavía reciente Revolución Francesa tenía en alerta a los garantes del orden), severamente reprendidos y uno de los integrantes, Senn, fue encarcelado.

    Como curiosidad, contar que al pequeño Schubert (medía poco más de metro y medio) lo apodaban “setita”.

    Schubertiadas, Julius Schmid (1854-1935)

    Encuentro con Beethoven

    Dos años más tarde conoció a Weber y a Beethoven y, aunque el encuentro no dio para más, parece ser que Beethoven en su lecho de muerte alabó la obra de Schubert y, este, gran admirador del genio de Bonn, tuvo el honor de portar la antorcha en el funeral de aquel, solo un año antes de la muerte del propio Schubert.

    Un genio poco conocido en su época

    Dio un único concierto con sus propias obras en Viena en 1828, pocos meses antes de su muerte, con gran éxito de crítica., pero, en vida, no estuvo muy valorado salvo por un círculo pequeño de amigos y admiradores lo que le ocasionó serias dificultades económicas hasta 1825. Décadas después Brahms y otros compositores lo revindicaron y hoy se encuentra entre uno de los grandes compositores de todos los tiempos.

    «Todas las noches, cuando me voy a dormir, confío en no despertar ya nunca»

    Franz Schubert enfermó de sífilis, posiblemente en 1822, aunque su diagnóstico llegó algo más tarde. Este hecho y la información no muy definida sobre su vida amorosa han llevado a enconados debates sobre su sexualidad, que no sabemos muy bien si conducen a algo. Lo cierto es que tenía una personalidad ciclotímica alternando etapas de profunda tristeza con otras de exaltada alegría. Hay muy pocos textos escritos por él, pero en una carta a su amigo Kupelwieser en 1824 le dice: “Mi tranquilidad ha desaparecido, mi corazón está oprimido, no lo encuentro nunca; así ahora puedo cantar todos los días, pues todas las noches, cuando me voy a dormir, confío en no despertar ya nunca”.

    Otto Erich Deutsh compiló toda su obra

    Su catálogo de obras es inmenso, pero como pocas de sus obras se publicaron en vida con un número de Opus, no es hasta el siglo XX que Otto Erich Deutsh compiló toda su obra y hoy estamos habituados a ver cualquiera de sus obras referenciada con un número precedido de esa D.

    Murió el 19 de noviembre de 1828 de fiebres tifoideas, si bien hay estudiosos que sostiene que fue la sífilis lo que se lo llevó de este mundo. Fue enterrado en Viena, donde pasó prácticamente toda su vida salvo una breve visita a Graz, al lado de su admirado Beethoven por deseo expreso suyo.

    En su epitafio puede leerse “El arte de la música no sólo ha enterrado aquí un preciado tesoro, sino esperanzas aún más espléndidas”. Cierto, qué no podría haber llegado a crear si la vida le hubiera concedido muchos más años; pero, injusto también, cómo se puede decir algo así de un genio como él que en tan pocos años compuso  más de 1300 obras, llevó a cimas nunca alcanzadas al lied con más 600 canciones, creó el desgarrador cuarteto de cuerda La Muerte y la doncella  y el maravilloso Quinteto La Trucha (con una plantilla innovadora piano, violín, viola, chelo y contrabajo) y, como no, su Ave María, cuyo título original era Tercera canción de Elena.

    La Octava Sinfonía de Franz Schubert es una de las dos obras que componen el proyecto: «Romanticismo, del mío al nuestro» que Conjunto Orquestal Académico de Madrid interpretará la primavera de 2024.

    Madrid, marzo 2024

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